A las 6.15 de la mañana Isabel Cortez está a punto de terminar su jornada laboral mientras va con su escoba rápidamente poniendo la basura en el recogedor, para luego con agilidad depositarlo todo en el contenedor repleto, que es uno de los muchos que están allí.

La plaza del centro de Lima está reluciente mientras Isabel va llevando el contenedor a una esquina, donde lo ha de recoger el transporte de desechos, junto a los que también han llevado hasta allí sus colegas. Llega allí después de unos diez minutos de camino desde la plaza, donde finalmente cierra el saco.
– Claro que es un trabajo pesado. Me canso y la espalda y los pies me duelen al terminar la jornada, comenta Isabel.

En la plaza termina su jornada de limpieza que la hace recorrer una avenida a lo largo de unas 40 manzanas. Desde las 10 de la noche, cuando comienza su jornada laboral, hasta finalizarla a las 6.30 a.m. ha recorrido bastantes kilómetros.

Una vez finalizado el trabajo Isabel y sus colegas se quitan la mascarilla protectora que utilizan para realizar sus labores. A continuación, llevan los contenedores y demás utensilios a su local laboral. Allí pueden ducharse y ponerse su ropa personal antes de marchar a sus hogares. Dicho local se encuentra a unos quince minutos a paso rápido desde la plaza, las mujeres se hacen compañía por el camino mientras conversan.

Isabel Cortez lleva diez años limpiando calles y parques en la capital peruana. Además de ser un trabajo pesado es también peligroso, ya que tienen que enfrentarse al tráfico de la ciudad y se exponen a ser atropelladas mientras lo realizan. El sueldo es bajo, trabajando a tiempo completo se gana 1.500 soles mensuales, unas 4.000 coronas suecas. Es algo más que los 930 soles del sueldo mínimo en el Perú. Lo que, por otro lado, si se compara con lo que pagan en otros países de la región, es un sueldo escaso.

En 2016 el sindicato al que pertenece Isabel, Sitobur fue ella con otras 14 personas a la huelga para pedir mejores condiciones laborales, por lo que ella junto con los catorce restantes fueron despedidos del trabajo.
– Pedíamos un aumento de sueldo y que se mejoraran las condiciones de trabajo. Por ejemplo, dispensa para poder ir al médico en caso de enfermedad o un día libre en caso de la muerte de algún familiar, para poder así acudir al sepelio.

Lima con una población de entre ocho y diez millones de habitantes es una de las mayores ciudades de Sur América.

La empresa reaccionó con despedirnos.
– Nos dijeron que estábamos fomentando el caos y creando una mala imagen de la empresa, cuenta Isabel Cortez.

Isabel no estaba dispuesta a ser despedida, por lo que revocó la decisión de la empresa, y después de un litigio que le dio la razón, luego de dieciocho meses, se vieron obligados a volverla a emplear.
– Ha sido el tiempo más difícil de mi vida. Además de luchar para que me volvieran a dar mi trabajo, me vi obligada a buscar nuevos empleos. Aparte de tener que cuidar de mis tres hijos, que ya no obstante han crecido.

Fotos: Nancy Chappell

Mientras recuerda estas cosas puede verse en su rostro la tristeza. Pero no cabe duda de que también se siente contenta y orgullosa de que se haya solucionado.
– Afortunadamente se solucionó y eso me hace feliz. Soy una mujer fuerte y después de esto ningún problema me va a vencer, dice Isabel.

En este momento ella y los demás funcionarios de limpieza pertenecientes a Sitobur han salido victoriosos de aún otra lucha. Como lo ha contado Fastighetsfolket en la pasada edición, Sitobur ha abierto un nuevo proceso contra la ciudad de Lima. La razón por la que se abrió el proceso es que han puesto a los funcionarios de la limpieza pública bajo el amparo de la empresa Innova, que desde entonces se ocupa del mantenimiento de los parques y calles de la ciudad. Cuando las nuevas condiciones amenazaban con volver a dejarlos sin trabajo, protestaron iniciando entonces un proceso judicial para exigirle mayor responsabilidad a la administración gubernamental reclamando que los volvieran a emplear, logrando así durante el otoño pasado que la ley fallara a su favor nuevamente.

Städare i Lima.

Los miembros del sindicato convocaron numerosas protestas callejeras con el fin de hacerse oír en la Gobernación, de presionar al gobernador y de llamar la atención pública sobre el proceso judicial.
La Policía respondió atacándolos con golpes de bastón, escudos, cañones de agua y gases lacrimógenos. En repetidas ocasiones los manifestantes fueron arrestados por la policía.
– Esta lucha la hemos liderado y llevado a cabo las mujeres, fuimos nosotras las que nos manifestamos. Nunca perdí la esperanza de que nos dieran la razón, ni dejé de alentar a mis compañeras. Hemos luchado hombro a hombro y juntas hemos vencido, comenta Isabel Cortez.